Apendicitis, Causas, Diagnóstico y Tratamientos

Apendicitis, Causas, Diagnóstico y Tratamientos

¿Qué es la apendicitis?

La apendicitis es la inflamación del apéndice, una pequeña estructura de unos ocho a diez centímetros de largo, rica en glóbulos blancos, que se encuentra en la primera porción del intestino grueso (llamada ciego) y que no tiene una función muy definida en el organismo, salvo la de ayudar a producir las defensas naturales. Paradójicamente, al servir de paso a las heces, este órgano acaba siendo más vulnerable a la acción de las bacterias contenidas en la materia fecal.

La apendicitis es una causa común de dolor abdominal agudo en el mundo occidental, que invariablemente requiere tratamiento quirúrgico. Se produce a cualquier edad, pero es más frecuente en la población joven, entre la segunda y la tercera década de vida.

Si no se diagnostica y trata a tiempo, la inflamación puede provocar la rotura del apéndice, con riesgo de peritonitis, es decir, de infección por la entrada de heces y material contaminado en la cavidad abdominal. Este suceso suele ser muy grave si no se trata a tiempo, debido a la posibilidad de que la infección se extienda a otros órganos e incluso a través de la circulación. Por lo tanto, quienes tengan un dolor abdominal continuo no deben esperar a buscar atención médica.

Causas y síntomas de la apendicitis

Los síntomas son un dolor muy localizado, alrededor del ombligo, continuo, más en el lado derecho del abdomen, que comienza débil y aumenta en intensidad, acompañado de falta de apetito, caída del estado general, náuseas, vómitos, fiebre y diarrea, pudiendo evolucionar hasta la detención de la función intestinal, con la incapacidad de eliminar gases y heces.

Sin embargo, estos signos pueden ser discretos o no estar presentes en las formas más atípicas de apendicitis. Sin embargo, en el caso de la peritonitis, el dolor se vuelve difuso, la fiebre aumenta y el estado general se deteriora. La apendicitis se debe casi siempre a una obstrucción en el apéndice, causada por un residuo fecal endurecido que no puede salir (la materia fecal) o incluso por un parásito.

La presencia de este cuerpo extraño provoca una respuesta del sistema inmunitario, con una mayor producción de defensas locales y la consiguiente inflamación del apéndice. Esta hinchazón compromete la circulación sanguínea, provocando un déficit de oxígeno. Así, las células del apéndice mueren gradualmente, proporcionando el entorno ideal para la proliferación de bacterias naturales, lo que culmina en gangrena y perforación.

El material contaminado con bacterias y células muertas se filtra entonces a la cavidad abdominal, provocando una peritonitis, una infección muy grave con una elevada mortalidad. En este curso, el organismo hace uso de mecanismos de defensa menos habituales: el intestino delgado se moviliza, colocándose encima del apéndice en un intento de bloquear el proceso y evitar la peritonitis. Cabe recordar que, en casos más raros, la obstrucción puede ser consecuencia de la presencia de un tumor.

Exámenes y diagnósticos de la apendicitis

El diagnóstico puede ser un poco difícil porque hay otras enfermedades que causan síntomas similares, como la inflamación ginecológica y los cálculos renales. Por lo tanto, aunque el médico pueda estar casi seguro de que se trata de una apendicitis sólo por los síntomas y la exploración del abdomen, seguramente necesitará algún método de imagen para descartar las otras posibilidades, como la ecografía Doppler, la tomografía computarizada e incluso la radiografía simple de la región pélvica. Estos recursos descartan las otras hipótesis, pero no siempre muestran claramente la implicación del apéndice. Sin embargo, en caso de duda, los médicos suelen optar por la cirugía, debido al riesgo inminente de peritonitis.

Tratamiento y prevención de la apendicitis

El tratamiento de la apendicitis pasa por la extirpación quirúrgica del apéndice, que puede hacerse bien por cirugía convencional, con una incisión mayor en el abdomen, o bien por laparoscopia, con tres cortes de apenas unos milímetros, uno de ellos para la introducción de una fibra óptica que permite la visualización interna de toda la cavidad abdominal y los otros para la inserción de los instrumentos necesarios para extraer el órgano enfermo. Sea cual sea la técnica, el tiempo de hospitalización no supera los dos o tres días, salvo en el caso de la peritonitis, en el que la intervención quirúrgica y los cuidados postoperatorios son mucho más complejos.

Por desgracia, no hay forma de evitar una crisis de apendicitis, ya que la aparición de una obstrucción en el apéndice es un acontecimiento imprevisible. Lo importante, en términos de prevención, es buscar ayuda médica cuando aparecen los primeros signos clínicos para evitar que la inflamación se convierta en peritonitis. No en vano, como ocurre con muchas otras enfermedades, el diagnóstico precoz de la apendicitis también favorece el tratamiento.

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