Qué es el cáncer de tiroides

Cáncer de tiroides, Causas, diagnóstico y tratamiento

¿Qué es el cáncer de tiroides?

El cáncer de tiroides es un tumor maligno localizado en esta pequeña glándula, situada en la región anterior del cuello, cuya función es producir y liberar hormonas como la tiroxina (T4), la triyodotironina (T3) y la calcitonina.

Como toda enfermedad maligna, ésta también se desarrolla con la multiplicación desordenada de células anormales, que efectivamente forman la lesión, comúnmente un nódulo tiroideo.

El cáncer de tiroides puede migrar a otros órganos, sobre todo a los ganglios linfáticos cervicales y, con menor frecuencia, a órganos distantes, un proceso conocido como metástasis.

Existen cuatro tipos principales de cáncer de tiroides: papilar, folicular, medular y anaplásico. El carcinoma papilar representa el 80% de los casos de cáncer de tiroides, el carcinoma folicular aproximadamente el 10% y el carcinoma medular el 5%.

Cuando se detectan y tratan a tiempo se asocian a altas posibilidades de curación. Los carcinomas papilares y foliculares se originan en las células tiroideas que producen T4 y T3 y se tratan con cirugía y, si es necesario, con yodo radiactivo. El carcinoma medular, en cambio, se origina en las células C del tiroides que producen calcitonina y, por tanto, no se trata con yodo radiactivo.

Además de ser el más frecuente, el carcinoma papilar es el tumor que suele estar más localizado y tiene mayores posibilidades de curación. Los carcinomas folicular y medular pueden afectar no sólo al tiroides sino que, cuando son más agresivos, pueden alcanzar órganos distantes como los pulmones, el hígado y los huesos. Por último, el carcinoma anaplásico es poco frecuente y muy agresivo y suele afectar a personas mayores de 65 años.

Causas y síntomas del cáncer de tiroides

Sin embargo, en general, el cáncer de tiroides tiene una evolución lenta y las posibilidades de curación se acercan al 100% cuando se detecta en su fase inicial. La enfermedad afecta más a las mujeres que a los hombres, en una proporción de tres a uno, y su incidencia ha aumentado con el tiempo. Sólo en São Paulo, el número de nuevos casos se triplicó en los últimos 20 años. Este aumento de la incidencia se debe, en parte, al incremento de la solicitud de ecografía tiroidea en las revisiones rutinarias, por parte de un médico de cabecera o un ginecólogo, lo que también aumenta el hallazgo de nódulos, que en su gran mayoría son benignos.

Exámenes y diagnósticos del cáncer de tiroides

El diagnóstico del cáncer de tiroides suele realizarse a partir de la detección de un nódulo tiroideo por la propia persona o por el médico durante los exámenes rutinarios.

La evaluación de este nódulo incluye la medición de las hormonas tiroideas, exámenes de imagen como la ultrasonografía, que revela detalles de la tiroides y las características morfológicas del nódulo y, si es necesario, una punción de aspiración con aguja fina del nódulo para determinar si es benigno o maligno.

Tratamiento y prevención del cáncer de tiroides

El tratamiento del cáncer de tiroides depende del tipo, el tamaño y el estadio del tumor, así como de la edad y el estado de salud de la persona. Sin embargo, en la mayoría de los casos se combina la extirpación completa del tiroides (procedimiento denominado tiroidectomía total) con la extirpación de los ganglios del cuello o sin ella.

En la mayoría de los casos de carcinomas papilares y foliculares, la cirugía va seguida de un tratamiento con yodo radiactivo para destruir las células tiroideas y las células cancerosas restantes. Después de estos tratamientos, el paciente empieza a recibir una terapia de hormonas tiroideas, que no sólo sirve para la sustitución hormonal, sino también para prevenir la reaparición del tumor. La radioterapia convencional sólo está indicada en algunos casos y la quimioterapia no suele utilizarse para tratar este tipo de cáncer.

Los pacientes con antecedentes de cáncer de tiroides deben ser controlados periódicamente. En el seguimiento es importante la evaluación clínica realizada por el médico, los exámenes de imagen como la ecografía y la obtención de marcadores tumorales, como la tiroglobulina en el caso de los tumores papilares y foliculares y la calcitonina y el CEA en el caso del carcinoma medular. Dado que la herencia genética y los antecedentes de exposición a la radiación están implicados en la mayoría de los casos de cáncer de tiroides, parece imprescindible que la persona con alguno de estos factores de riesgo visite periódicamente al endocrino, que determinará el intervalo de las pruebas de detección en cada caso.

Quienes no conozcan esta información deberían, como mínimo, ponerse en contacto con un médico de confianza al menos una vez al año, durante la edad adulta, para una revisión general. Por último, conviene recordar que cualquier hallazgo anormal en el cuello debe ser valorado y aclarado correctamente lo antes posible. Cuando se trata de cáncer, las posibilidades de curación son siempre mayores cuanto más temprano se haga el diagnóstico.

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