¿Qué es la pancreatitis?
La pancreatitis es la inflamación del páncreas, una glándula situada en la parte superior del abdomen, detrás del estómago, cuya función es producir hormonas, especialmente la insulina, responsable del metabolismo de la glucosa, y fabricar enzimas que ayudan a digerir las grasas y las proteínas.
La enfermedad puede ser aguda, cuando la glándula se agranda debido a una acumulación de secreciones, o crónica, cuando el páncreas se atrofia y deja de realizar sus funciones correctamente.
La inflamación aguda puede ser muy grave, pero suele tener una buena evolución en el 80% de los casos. La crónica, como cualquier enfermedad de esta naturaleza, requiere un tratamiento constante y un seguimiento médico para evitar las complicaciones derivadas del mal funcionamiento de la glándula, llamada insuficiencia pancreática, como las deficiencias nutricionales causadas por la falta o baja producción de enzimas digestivas y la propia diabetes.
Causas y síntomas de la pancreatitis
En los episodios agudos, el síntoma principal es un dolor abdominal de fuerte intensidad, localizado en la porción superior del abdomen que se irradia hacia los lados y la espalda en al menos la mitad de los casos. Esta manifestación comienza casi siempre de forma brusca y puede ir acompañada de náuseas y vómitos.
En la inflamación crónica del páncreas, el dolor aparece de la misma manera intensa, pero empieza menos repentinamente, dura más y es recurrente. En una fase más avanzada de la enfermedad, el individuo presenta diarrea de intensidad variable, debido a que no es capaz de digerir y absorber la grasa de los alimentos, eliminando heces voluminosas, que flotan en el inodoro, debido a su contenido graso, y con un olor muy fuerte, además de los síntomas característicos de la diabetes.
La primera causa importante de pancreatitis son los cálculos biliares. Especialmente los cálculos pequeños son problemáticos, debido a su capacidad para obstruir los canales por los que las secreciones fabricadas por el páncreas son llevadas al intestino. Cuando esto ocurre, la glándula se inflama porque no puede drenar adecuadamente su producción de enzimas.
El segundo gran culpable de esta enfermedad es el alcoholismo. Cuando se ingiere en grandes cantidades, durante un periodo de tiempo prolongado, el alcohol altera progresivamente el tejido pancreático, que se vuelve fibroso, endurecido y atrofiado.
La pancreatitis aguda se asocia con mayor frecuencia a la presencia de cálculos, mientras que el alcoholismo está más relacionado con la pancreatitis crónica, aunque también provoca episodios agudos. Estas dos causas representan alrededor del 80% de los casos de la enfermedad. Las otras pueden ser consecuencia de alteraciones del metabolismo de las grasas (niveles de triglicéridos muy elevados), y del uso prolongado de algunos medicamentos, entre otras razones más raras.
Exámenes y diagnósticos de la pancreatitis
Los síntomas y los antecedentes del individuo (como el consumo de alcohol y el uso de medicamentos) pueden ser bastante indicativos de una inflamación en el páncreas. En cualquier caso, es necesario confirmar la afección mediante análisis de sangre, tanto para evaluar el estado general de la persona como para dosificar el nivel de las enzimas lipasa y amilasa asociadas a la pancreatitis, y mediante estudios de imagen, como la ecografía, el TAC y la resonancia magnética, que evalúan la morfología de la glándula y pueden detectar la presencia de cálculos.
Tratamientos y prevención de la pancreatitis
La inflamación aguda del páncreas requiere una hospitalización inmediata. El individuo debe permanecer en el hospital, en ayunas, recibiendo analgésicos para controlar el dolor y otros medicamentos por vía intravenosa, hasta que la pancreatitis remita espontáneamente, ya que no existen fármacos que desinflamen esta glándula. La hospitalización también es importante para que la persona con la inflamación permanezca vigilada ante cualquier signo de empeoramiento de la enfermedad.
Esto se debe a que, en un pequeño número de pacientes, el episodio agudo provoca repercusiones sistémicas, con lesiones en otros órganos como los pulmones, el hígado y los riñones. En los casos de pancreatitis causada por cálculos, también puede ser necesaria la extracción de los cálculos que obstruyen los conductos pancreáticos, que hoy en día se realiza por endoscopia, con una sedación suave, sin necesidad de cirugía.
En la enfermedad crónica, el tratamiento comienza en el hospital y continúa cuando el individuo se va a casa, con una dieta sin grasas para mantener el páncreas en reposo y medicación para controlar el dolor. Las personas que ya no pueden producir enzimas digestivas necesitan recibirlas por vía oral y, si la diabetes ya está presente, debe tratarse de la forma habitual.
Dado que el alcohol es una de las principales causas de la pancreatitis, su consumo debe ser moderado durante toda la vida para evitar este tipo de complicaciones. Las personas con antecedentes de inflamación pancreática inducida por el alcohol no deben volver a beber. A su vez, las personas con cálculos biliares deben discutir con su médico la posibilidad de extirpar los cálculos y la propia vesícula biliar para prevenir una posible pancreatitis futura.
A menudo, la presencia de cálculos, especialmente los pequeños, pasa desapercibida porque no producen síntomas, pero aumenta considerablemente el riesgo de que el individuo sufra una inflamación aguda.