Arritmia cardíaca

La arritmia cardíaca es una de las anomalías que más frecuentemente se presenta en el funcionamiento del corazón.

El corazón es una gran bomba, con dos cavidades huecas formadas por un músculo involuntario. La contracción de este músculo es responsable de bombear la sangre de manera constante y continua. Cuando este bombeo se ve interrumpido por alguna obstrucción, el corazón no puede suministrar la cantidad necesaria de sangre para que los tejidos del cuerpo funcionen adecuadamente. La arritmia es una de las irregularidades que pueden ocurrir en este proceso.

Una de las dos cámaras de corazón, la aurícula derecha, contiene un grupo de células llamadas el nódulo sinusal, agrega Joachin. Este nódulo sinusal, actúa como un marcapasos, produce impulsos eléctricos que hacen que el músculo del corazón se contraiga y se relaje con cada ciclo cardíaco. La frecuencia o ritmo cardiaco que determinen dichos impulsos eléctricos dependen de la actividad en un momento dado, desde 60 a 80 latidos por minuto en situación de descanso, hasta más de 200 latidos por minuto cuando se hace el ejercicio, de modo que se asegure el suministro de nutrientes suficientes a los músculos y al resto del organismo.

Cuando la generación y transmisión de esos impulsos eléctricos presenta irregularidades o fallas, pueden surgir arritmias que van desde ritmos demasiado acelerados, como la taquicardia, hasta ritmos demasiado lentos, como la bradicardia.

Causas

Según la Sociedad Cardiológica del Hospital Cardioinfantil en el norte de Bogotá, hay una multitud de factores que pueden causar arritmias, que incluyen distintas enfermedades del corazón, pero también el café y alimentos y bebidas con abundante cafeína, el tabaco (cigarrillo), el alcohol, determinadas drogas ilegales, y algunos medicamentos.

Las TSV (taquicardias supraventriculares) se presentan más frecuentemente de forma paroxística, y son menos habituales las incesantes (o ritmos demasiados lentos). En la mayoría de los casos se producen en pacientes sin cardiopatía estructural, así, las crisis o las causas pueden ser desencadenadas por ejercicio físico o estrés emocional pero, frecuentemente, no se encuentra un factor desencadenante.

Los pacientes suelen referir palpitaciones precordiales, ansiedad, nerviosismo y molestias precordiales. A veces, se experimentan mareos, dificultad para respirar o dolor en el pecho (angina). Aunque poco comunes, también pueden ocurrir desmayos, insuficiencia cardíaca o incluso un infarto agudo de miocardio, principalmente en pacientes con anomalías estructurales del corazón. En la exploración física, el dato más destacable es el pulso rápido y regular. En muchos casos existe hipotensión, pero suele ser ligera. A veces se produce poliuria al terminar la crisis, fenómeno que parece ser secundario a la dilatación auricular y liberación del péptido natriuretico auricular causados por la taquicardia.

Consecuencias

Los padecimientos o consecuencias que provocan las arritmias pueden incluir:

Arteriopatía Coronaria

Insuficiencia Cardiaca congestiva

Hipoxemia

Hipercapnia

Hipotensión

Trastornos de los electrólitos, en especial los que comprenden potasio, Ca y Mg (calcio y magnesio),

Toxicidad por fármacos, cafeína y etanol

Tratamiento

El tratamiento inicial de las taquicardias o arritmias, depende de la situación clínica del paciente. Si el paciente presenta una descompensación severa, como edema agudo de pulmón o shock, está indicada la cardioversión eléctrica inmediata. En los demás casos, lo habitual es intentar reducir la frecuencia cardiaca y revertir la arritmia con fármacos antiarrítmicos.

En cualquier caso, además de los fármacos, normalmente se administra un goteo lento de suero fisiológico, se realizan frecuentes tomas de tensión arterial y se mantiene una monitorización electrocardiográfica continua.

En la prevención de los paroxismos, la primera medida consiste en eliminar los posibles factores desencadenantes. Si las crisis son poco frecuentes, bien toleradas y se controlan fácilmente, no es preciso administrar tratamiento farmacológico crónico. En caso contrario, los fármacos de elección son los estabilizadores de membrana, es decir los antirrítmicos, que retrazan la conducción aurículo-ventricular.

Si la arritmia es crónica, el tratamiento de mantenimiento va encaminado al control de la frecuencia cardiaca. Por último, cuando las medidas farmacológicas fallan, pueden estar indicadas la ablación con catéter o la implantación de un marcapasos antitaquicardia.

Comparte si te ha gustado