Desde el fondo del corazón

Algunos nacemos altos, otros peqeños, otros rubios o morenos. También en el interior del organismo hay diferencias. Están quienes nacen con una valva de la válvula mitral más grande que la otra. La válvula mitral separa a la aurícula izquierda del ventrículo izquierdo para que la sangre que pasa de una a otro no pueda retroceder. En pocas palabras: actúa como una exclusa.

La válvula que separa ambas cámaras del corazón recibe el nombre de mitral porque tiene la forma de una M, como el sombrero de un obispo. La valva anterior es una pata de la M, y la posterior, la otra.

Una proporción no despreciable de la población mundial, y sobre todo las mujeres, suele tener la valva posterior de esta válvula más grande de lo que debería.

Pero presentar este agrandamiento en la valva no es una enfermedad sino una característica de nacimiento .Claro que una válvula de estas proporciones no trabaja tan bien como la normal y con el paso de los años deja de funcionar bien. Esto quiere decir que no cierra completamente el paso de la sangre de la aurícula al ventrículo y se produce un reflujo de sangre.

Si bien esta insuficiencia mitral sí tiene el potencial de transformarse en enfermedad no es una afección muy seria porque no deteriora de forma significativa al corazón.

Síntomas

Debido al tamaño de la valva, ésta puede avanzar hacia la aurícula con la contracción del ventrículo. En ese caso se dice que hay un prolapso de la válvula mitral. Del 2 al 5 por ciento de la población general tiene prolapso de la válvula mitral y muchas de esas personas nunca tienen problema alguno por esta anomalía y viven durante muchos años sin incluso notar molestia alguna.

Sin embargo, hay casos en los que ellos tienen breves episodios de dolor parecidos a una puñalada o un pinchazo. En general, el dolor se localiza debajo del pecho izquierdo y no tiene ninguna relación con la posición en que se encuentre la perosna o el tipo de esfuerzo que realice.

Otros síntomas que se pueden presentar según la bibliografía médica son dolor torácico, palpitaciones, migraña, fatiga y/o vértigo. En algunos casos, la presión arterial desciende por debajo del nivel normal al incorporarse; en otros, se pueden apreciar latidos cardíacos ligeramente irregulares que causan palpitaciones, éstas, una percepción subjetiva del latido cardíaco. Sin embargo, estos síntomas son díficiles de explicar teniendo en cuenta el problema mecánica de la válvula mitral solamente.

La afección de la válvula se puede diagnosticar mediante una ecocardiografía que permite ver el bulto de la valva agrandada, o también mediante la auscultación, ya que ésta produce un ruido identificable que le es característico.

Hay tres tipos de complicaciones identificadas ante la presencia de una válvula mitral prolapsante.

Como la válvula no es perfectamente competente en la actividad para la que está diseñada y opone menos resistencia que la normal, tiende a permitir que se establezca una infección. Esta infección sí puede provocar que el paciente llegue a necesitar una intervención quirúrgica. Para llegar a necesitar el recambio, la válvula no necesita ser muy incompetente. Por eso, si se tiene prolapso de la válvula, ante cualquier infección, ya sea de muela o de cualquier otro índole, tiene que consultar al cardiólogo y éste le indicará la medicación a tomar.

El segundo tipo de complicación que puede aparecer está relacionado con la degeneración del tejido de la válvula. Debido al tamaño de la valva, su movimiento adecuado se ve obstaculizado, lo que provoca un cambio en el tejido de esa sección de la válvula, pasando de ser fibroso a adquirir características mixomatosas, es decir, una textura más suave. Al ahora ser blando el tejido, éste puede sufrir fisuras y rupturas que provocarán finalmente insuficiencias cardíacas importantes.

Por último, la tercera complicación está relacionada con la sangre que deja pasar la valva al no ejercer bien su función de exclusa. Cuando la sangre regresa a la aurícula, puede causar un aumento en su tamaño y generar arritmias. En consecuencia, se hipertrofia el corazón y de este proceso pueden surgir fallas cardíacas. No hay que olvidar que el corazón se contrae ochenta veces por minuto, durante los sesenta minutos de la hora, durante las veinticuatro horas del día, durante los trescientos sesenta y cinco días del año. Como es un problema mecánico, entonces no hay otra solución que reemplazar la válvula y poner una que esté en buen estado.

Esta insuficiencia pequeña que agranda la aurícula también agranda en consecuencia el ventrículo y también agrava la insuficiencia. El problema de la arritmia también se trata mediante cirugía porque como es la consecuencia del problema mecánico, es mejor tratar aquello que está produciendo el problema que lleva a la arritmia.

Sin embargo,  aunque estas afecciones no son muy habituales, no hay que subestimarlas y es conveniente realizar controles cardíacos regulares.

Precauciones

La mayoría de las personas con prolapso de la válvula mitral no precisa tratamiento, pero en los casos en los que el corazón late demasiado rápido, se suele administrar un betabloquente para retardar la frecuencia cardíaca, reducir las palpitaciones y el resto de los síntomas.

Si hay regurgitación, indican los especialistas, la persona debería tomar antibióticos antes de someterse a procedimientos odontológicos o quirúrgicos, debido al riesgo de que las bacterias liberadas durante el procedimiento infecten la válvula cardíaca.

El prolapso de la válvula mitral ocurre con mayor frecuencia en mujeres jóvenes y suele tener un componente hereditario. Y si bien la mayoría de las mujeres que presenta este trastorno no tiene complicaciones durante el embarazo, por lo general, se les administra antibióticos por vía intravenosa durante el parto para evitar una infección.

Otra de las característica que se han notado en los pacientes que tienen prolapso es que tienden a ser más nerviosos. En el caso de las mujeres, se las ve más ansiosas, más neuróticas, y no es porque tengan problemas psicológicos graves. Tampoco se sabe por qué esta afección se da con más asiduidad en mujeres.

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