La tiroides es una glándula endocrina, segrega sustancias en la sangre que se ubica en la parte anterior del cuello, justo debajo de la llamada “la manzana de Adán”, tiene forma de mariposa y abraza la tráquea. Está formada por dos lóbulos más o menos iguales que se juntan en el centro. Cuando no cumple con su función, comienzan a aparecer una cantidad de trastornos poco específicos que pueden alterar tanto la vida física como la emocional del individuo.
“Hay días en que no quiero asomarme a la puerta. Todo me hace llorar o enojar fácilmente; a veces me siento triste y pienso que es porque no logro quedar embarazada.”
“¿Por qué será que a veces siento que el corazón me va a salir galopando por la boca; y otras no puedo dormir o estoy irritable, nerviosa…?”
“Se me cae mucho el pelo y la piel se me reseca. Siempre siento frío, aunque los demás estén en traje de baño. Para colmo, no puedo bajar de peso a pesar de hacer una dieta estricta”.
Con alguno de estos argumentos usted tal vez se sienta identificado. Muchas veces no se le da importancia a ciertos signos y síntomas, como por ejemplo, el cansancio o la fatiga, un aumento de peso repentino, la depresión; o bien, insomnio, diarrea, irritabilidad o nerviosismo. Pero cualquiera de estos síntomas puede ser la llamada de alerta de que algo no está funcionando bien en la glándula tiroides.
Qué es la tiroides y para qué sirve
La ciencia ha develado que la glándula tiroides fabrica dos hormonas: la L- Tiroxina o T4 y la L-Triyodotironina o T3 son los únicos componentes de la fisiología de los vertebrados que contienen yodo. Las hormonas tiroideas son fundamentales para la función de cualquier célula del organismo y su liberación es regulada por la hormona estimulante de la tiroides -TSH o tirotrofina- desde la hipófisis, por un mecanismo de retroalimentación negativa.
Las hormonas tiroideas yudan a regular el crecimiento y desarrollo del cuerpo, de la frecuencia cardíaca, de la tensión arterial, la temperatura corporal y la tasa metabólica del cuerpo -o sea, la velocidad con la que la comida se convierte en energía-. Si no hay yodo suficiente en la dieta -éste se encuentra en pescados y mariscos, en el pan y en la sal yodada de mesa- no hay posibilidad de fabricar hormonas tiroideas en cantidad suficiente. Esto puede ocasionar problemas que van desde una hiperplasia -crecimiento anormal de las células o bocio no muy importante, a una situación de severo retardo del crecimiento y déficit mental conocido como “cretinismo endémico” en zonas muy aisladas y de alimentación pobre, deficitaria en yodo, como ocurre en la zona de los Andes.
Por qué se enferma la tiroides
Como el resto de las glándulas del cuerpo, la tiroides puede funcionar “de más”, lo que se conoce como hipertiroidismo, o “de menos”, hipotiroidismo.
En el hipertiroidismo, la tiroides produce demasiada tiroxina, entonces, su sistema de equilibrio no funciona bien. Esto provoca una aceleración del metabolismo, sube el pulso cardíaco y la presión arterial, y se queman las calorías más rápido de lo normal. ¿Cuáles son las consecuencias de estos cambios? Varias, por cierto, desde la pérdida de peso o comer demasiado sin engordar, pasando por el insomnio, la ansiedad, la irritabilidad, el nerviosismo, hasta sentir palpitaciones, transpirar fácilmente o tener temblor en las manos.
Otro de los síntomas comunes son el cansancio, la diarrea y las alteraciones en los períodos menstruales. Existen pacientes que presentan episodios aislados y paroxísticos, es decir que comienzan y terminan bruscamente, de taquiarritmias supraventriculares, como la fibrilación auricular. En un porcentaje importante de ellos, se confirma la presencia de hipertiroidismo por métodos complementarios. Es importante que la gente sepa que las arritmias rápidas de las aurículas, a veces, son la única expresión clínica de hipertiroidismo.
Según consta en la literatura médica, hay dos formas de hipertiroidismo: el que se presenta con una glándula de tamaño normal o aumentado en forma difusa o uniforme -hiperplasia difusa o bocio difuso-, o el que se presenta como una hiperplasia nodular o bocio nodular. Es más frecuente en la mujer y en personas jóvenes, aunque hay otro pico de aparición tardía, entre los 50 y 60 años. El cáncer de tiroides se presenta como forma nodular y representa el 1% de todos los cánceres.
Su aparición se relaciona con factores genéticos, situaciones de stress y factores inmunitarios. La formación de anticuerpos antitiroideos es una consecuencia de la hiperactividad glandular, no su causa.
Los signos y síntomas son bastante conocidos, como la presencia de “ojos saltones” o exoftalmos, agrandamiento difuso de la glándula o bocio, palpitaciones por taquicardia, hipertensión arterial, hipersensibilidad al calor y aumento de la sudoración. También puede presentarse con pérdida de peso a pesar de tener mayor apetito, insomnio, nerviosismo y deposiciones frecuentes. Muchos de los síntomas de este desmedido funcionamiento se parecen a los del exceso adrenérgico, es decir, los efectos que causa el aumento de adrenalina y noradrenalina en el organismo.
Por otra parte, la mujer puede tener alteraciones menstruales tales como la irregularidad y la ausencia de períodos. También le puede costar quedar embarazada y aumentan las posibilidades de pérdida del feto. En el hombre también puede afectar la fertilidad, ya que causa una disminución en la producción de espermatozoides.
Diagnóstico
El diagnóstico de hipertiroidismo suele ser fácil y se basa en una historia clínica y una exploración física cuidadosa, un alto índice de sospecha y determinaciones sistemáticas de las hormonas tiroideas. También se debe solicitar una captación tiroidea con yodo 131, sobre todo, porque resulta un dato útil para el cálculo de la dosis en el tratamiento con este radioisótopo. Otro estudio que se utiliza con fines diagnósticos es la centellografía tiroidea que sirve para diferenciar un bocio difuso de otro nodular o tumoral, además de poder determinar si dicho nódulo es “caliente” (benigno) o “frío” (maligno), la ecografía también aporta datos en este sentido.
En cuanto al tratamiento del hipertiroidismo, el yoduro sódico radiactivo (I131) suele utilizarse en pacientes mayores de 40 años, y si se administra la cantidad suficiente para que los niveles hormonales sean normales -eutiroidismo-, al cabo de un año, el 25% de esas personas tendrán hipotiroidismo.
El uso de betabloqueantes como el propranolol o atenolol quedan reservados para contrarrestar los efectos que provoca esta enfermedad a nivel del sistema cardiovascular.
El tratamiento quirúrgico se utiliza en individuos menores de 21 años que no deben recibir yodo radiactivo y en las personas que no toleran otros fármacos debido a una hipersensibilidad u otros problemas. También se recurre a la cirugía si el bocio es muy grande, y en algunos casos de bocio multinodular, como el cáncer tiroideo.
Glándula perezosa
El hipotiroidismo o mixedema aparece cuando esta glándula no funciona con normalidad y por lo tanto no produce suficiente tiroxina. Es importante distinguir si esta deficiencia es primaria o secundaria a otras causas. La doctora Nina Groppo, endocrinóloga de la Clínica Bazterrica, señala: “Dentro de las patologías que afectan a la tiroides, el hipotiroidismo es la más frecuente. Hay una neta prevalencia femenina y ocurre entre la segunda y quinta década de la vida”.
La causa más frecuente es la llamada tiroiditis de Hashimoto, en la que los anticuerpos empiezan a atacar a la tiroides y la inactivan. ¿Qué cambios se producen la persona?, en general, los signos y síntomas contrastan claramente con los del hipertirodismo y pueden ser muy sutiles y de inicio insidioso. Hay aumento de peso repentino, cansancio o fatiga, depresión y piel reseca; también se puede manifestar con la caída del cabello, sensibilidad al frío, estreñimiento, dolores musculares y colesterol alto. Otro de los signos que pueden encontrarse es la disminución de la frecuencia cardíaca o bradicardia, debido a la disminución de la estimulación adrenérgica y hormonal tiroidea.
Los problemas relacionados con la tiroides pueden producir, en muchos casos, una falta de ovulación e irregularidades menstruales.
El hipotiroidismo afecta directamente la fase lútea de reproducción, el período que hay entre la ovulación y la menstruación. Esta fase que debe durar entre 13 y 15 días para nutrir al óvulo se acorta, lo cual propicia que el óvulo no se mantenga fertilizado por el tiempo debido y se pierda cuando llega la menstruación. Si la mujer queda embarazada, puede tener complicaciones con su bebé porque la falta de tiroxina en la madre puede cusar serios defectos mentales y físicos en el feto, una condición conocida como “cretinismo”.
El diagnóstico clínico se hace con el interrogatorio, el examen físico, el dosaje de hormonas tiroideas -T3 y T4- que están disminuidas, con una TSH invariablemente elevada. Se puede observar un retardo en la maduración esquelética en las radiografías óseas. A su vez, la captación tiroidea con I131 se encuentra disminuida. La ecografía de la glándula también puede aportar datos importantes.
Según la obra Diagnóstico clínico y tratamiento, de los doctores Marcos Krupp y Milton Chatton, las principales complicaciones son de naturaleza cardíaca, como consecuencia de una afección coronaria avanzada y de una insuficiencia cardíaca que puede desencadenarse por una terapéutica tiroidea demasiado intensa.
Con respecto al tratamiento del hipotiroidismo es muy simple, se trata de compensar el déficit funcional de la glándula. El medicamento usado de forma universal es la L-Tiroxina en la dosis adecuada para normalizar el nivel de TSH en sangre.
Cada endocrinólogo tiene su pauta personal, que conoce bien, hasta que consigue el equilibrio. Posteriormente se trata de seguir las revisiones con controles de TSH, T4 y T4 L (libre) cada tres o seis meses.
La enfermedad de la tiroides, la mayoría de las veces, no se manifiesta de manera muy evidente, por ello los médicos recomiendan que, ante la presencia de alguno de los síntomas mencionados, efectúe una consulta para descartar un posible hiper o un hipotiroidismo.