Riñón y hormonas: una alianza permanente

Las funciones vitales del riñón pueden resultar afectadas por un desequilibrio prolongado en la secreción de ciertas hormonas producidas por el propio riñón, por glándulas endocrinas o por otros órganos, como el páncreas. Ya sea de origen secundario o primario, la insuficiencia renal crónica relacionada con alteraciones endocrinológicas puede prevenirse con diagnóstico y control precoces, que evitan de este modo daños orgánicos que no tienen retorno.

La insuficiencia renal crónica es una lenta y progresiva disminución de la función renal que impide la correcta eliminación de sustancias tóxicas del organismo a través de la orina. Esta patología, que sin tratamiento tiene consecuencias mortales, puede ser secundaria o primaria.

Las patologías renales relacionadas con problemas hormonales pueden deberse a una enfermedad primariamente endocrinológica con repercusión en el riñón o a una enfermedad renal con repercusión en el sistema endocrinológico. Por ejemplo, el hiperparatiroidismo (enfermedad que se caracteriza por un aumento en la síntesis y secreción de PTH u hormona paratiroidea) puede ocurrir por un agrandamiento de la glándula paratiroidea con una mayor producción autónoma (hiperparatiroidismo primario) y una consecuente afectación del riñón, en un segundo tiempo. O bien, puede ocurrir como consecuencia de una insuficiencia renal crónica que estimula la producción secundaria de la PTH (hiperparatiroidismo secundario.

El riñón tiene muchas funciones, las más importantes son regular el balance de agua y electrolitos (sales), eliminar catabolitos (sustancias tóxicas que se forman luego de la destrucción de los alimentos, residuos como la urea), regular la presión arterial y el número de glóbulos en sangre. También tiene mucho que ver con el metabolismo fosfocálcico, y hace activa a la vitamina D. Cuando el riñón enferma provoca que muchas glándulas comiencen a funcionar mal y aparezcan enfermedades encocrinológicas.

La  diabetes, juvenil o insulinodependiente –tipo I- y la insulinorresistente del adulto –tipo II-, entre el 30 y 45 por ciento de los pacientes se lesiona el riñón, y llega a desarrollar una insuficiencia renal crónica. Esto es muy importante porque actualmente la causa número uno en el mundo de insuficiencia renal crónica terminal es la diabetes.

Diabetes y riñón

Los problemas con los riñones pueden aparecer como consecuencia de una diabetes mal compensada durante un período determinado de tiempo. Hay dos tipos de diabetes: la juvenil o tipo I, de origen inmunológico, en la que se produce un deterioro del páncreas, en las células Beta de los islotes de Langerhans, que dejan de producir la hormona insulina; y la tipo II, en la que el individuo fabrica insulina pero presenta una resistencia a su efecto en el organismo.

En ambos casos, los trastornos de la insulina aumentan los niveles de azúcar en sangre (hiperglucemia), esto puede dañar partes del riñón llamadas glomérulos. Debido a una hiperglucemia prolongada la función de filtro que cumplen los glomérulos comienza a deteriorarse, paulatinamente y de manera progresiva, hasta llegar a una insuficiencia renal crónica. El proceso lleva años, 10 a 15. Un diabético que sufre de los riñones pierde más o menos el diez por ciento de su función renal por año, con un tratamiento adecuado, el deterioro se reduce a un dos por ciento, lo que prolonga la vida renal.

La nefropatía diabética es la lesión típica que pueden sufrir los riñones años después de iniciada la diabetes. Esta inflamación del riñón atraviesa por varias etapas y lleva progresiva y silenciosamente a la insuficiencia renal crónica, que es irreversible. Sin embargo la nefropatía diabética es previsible.

Existen tres medidas fundamentales para prevenir la insuficiencia renal crónica en los diabéticos:

Excelente control metabólico de la diabetes: esto se logra a través de un buen plan alimentario, actividad física, educación del paciente y la medicación indicada. Los diabéticos tipo I deben realizar control diario domiciliario de la glucemia, y los tipo II, dos a tres veces por semana.También es necesario un control de hemoglobina glucosilada cada cuatro meses. Este control proporciona una memoria de las glucemias de los últimos dos meses.

Detección precoz de la nefropatía diabética: especialmente importante si se tiene en cuenta que durante muchos años es asintomática, y recién en su etapa avanzada (insuficiencia renal crónica) da síntomas, de los cuales los más importantes son náuseas y cansancio. Uno de los primeros indicios de afección renal es la presencia de una proteína llamada albúmina en la orina. Los pacientes diabéticos deben pedirle a su médico clínico un test anual de microalbuminuria. Este análisis se hace con la orina de 24 horas, y permite detectar pequeñas cantidades de albúmina en orina por encima de lo normal. Si la microalbuminuria es detectada precozmente, es reversible, si persiste, el daño renal avanzará irremediablemente.

Control de la presión arterial: la hipertensión arterial es un indicador importante de una afección renal inducida por la diabetes. A su vez, una hipetensión no controlada acelera el daño renal.

Cuando se está frente a un paciente con nefropatía diabética incipiente, se indica un tratamiento que incluye disminución de las proteínas de la comida (presentes en carnes, huevo, quesos), estricto control metabólico de la diabetes, y medicación, como los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina.

Riñón y otros trastornos hormonales

Cuando el riñón no puede eliminar correctamente sustancias tóxicas por la orina, entonces tampoco expulsa fósforo. Al no eliminar los fosfatos en el organismo automáticamente baja el calcio; cuando esto sucede, la glándula paratiroidea lo detecta y empieza a segregar más cantidad de parathormona. Como lo hace constantemente, se transforma en una enfermedad que se llama hiperparatiroidismo secundario. Si a la persona se le transplanta el riñón, esta enfermedad secundaria desaparece.

El hiperparatiroidismo provoca calcificaciones en tejidos blandos. Una de las más peligrosas es alrededor del corazón, porque deriva en problemas cardiológicos. Además también se debilitan los huesos, aparecen dolores óseos y fracturas con facilidad o espontáneas.

En los niños con problemas endocrinos que afectan el crecimiento normal hay que pensar en la posibilidad de una insuficiencia renal primaria que los pueda estar generando.

Además, el riñón segrega sustancias hormonales, como la eritropoyetina, que estimula la producción de glóbulos rojos; por eso, cuando el riñón enferma, se altera la producción de esta hormona y se produce anemia.

Otra patología que tiene que ver con hormonas segregadas por el riñón es la hipertensión arterial. El riñón segrega renina, y luego de todo un mecanismo forma una sustancia llamada angiotensina II, que interviene en la regulación del sodio y el agua, y de la presión arterial. Cuando aumenta la cantidad de angiotensina II se retienen sodio y agua, se cierran los vasos sanguíneos, las arterias, y aumenta la presión arterial. Generalmente, este mecanismo se produce cuando no llega bien la sangre al riñón.

Las funciones de secreción y de reabsorción del riñón pueden verse afectadas por diferentes hormonas, algunas de ellas producidas en el riñón mismo, como por ejemplo la renina, el calcitriol (el metabolito más activo de la vitamina D), prostaglandinas y kininas, y otras producidas fuera del riñón como la HAD u hormona anti-diurética, la aldosterona, la PTH u hormona paratiroidea. Estas hormonas juegan un papel importante en el mantenimiento del balance de fluídos y electrolitos.

El exceso de aldosterona, una hormona producida en la glándula suprarrenal, produce una retención de sodio y agua con la consiguiente hipertensión arterial y una mayor eliminación de potasio a través del riñón. Contrariamente, el déficit de aldosterona (hipoaldosteronismo), se caracteriza por una retención de potasio y una eliminación de sodio.

En cuanto a la insuficiencia renal secundaria al hiperparatiroidismo,  está en relación a la duración y al nivel de hipercalcemia (elevadas concentraciones de calcio en sangre). Si la hipercalcemia es leve a moderada, rara vez lleva al a insuficiencia renal.

Mayores elevaciones de la calcemia (>12-15mg/dL) pueden llevar a una caída en el filtrado glomerular reversible, debido a una vasoconstricción renal directa y a una contracción del volumen inducido por la eliminación del sodio, explica de Forteza.

En todos los casos, la visita periódica al médico y el chequeo clínico de rutina constituyen medidas de prevención y control necesarias para detectar a tiempo posibles deterioros renales o patologías silenciosas. Pídale a su médico que le informe y eduque en el cuidado de su salud, no deje de consultar a otros especialistas ante la duda, y recuerde que también depende de usted llevar una vida saludable.

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