¿Qué es el cáncer de mama?
El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente en las mujeres, y se encuentra entre las principales causas de mortalidad femenina en los países occidentales.
En términos generales, es el resultado de la multiplicación celular dentro del conducto mamario de forma exagerada y desorganizada, que invade los tejidos normales que lo rodean, y puede comprometer otros órganos si las células cancerosas alcanzan la circulación sanguínea o linfática, proceso conocido como metástasis.
Por si el riesgo de diseminación por el organismo no fuera suficiente, el cáncer de mama también desencadena importantes efectos psicológicos en la mujer, ya que afecta a la percepción de su feminidad y sexualidad. Aunque puede darse en hombres, la enfermedad afecta sobre todo a la población femenina mayor de 40 años, y el riesgo de adquirirla aumenta con la edad.
Causas y síntomas del cáncer de mama
En general, el tumor crece de forma silenciosa, sin ningún síntoma clínico específico asociado, sobre todo en las primeras fases, cuando las lesiones sólo se detectan mediante métodos de diagnóstico, como, por ejemplo, las microcalcificaciones agrupadas que sólo son visibles mediante mamografía. Este periodo presenta la mayor probabilidad de curación. Sin embargo, en estadios más avanzados, el tumor suele ser palpable y a menudo lo detecta la propia mujer o durante una consulta ginecológica rutinaria.
Otros signos clínicos que pueden alertar a una mujer son las alteraciones en el tamaño y la piel de las mamas, que pueden tener un aspecto similar al de la piel de naranja, la secreción sanguinolenta de las areolas y la presencia de bultos en las axilas. Como en muchos otros cánceres, la causa de los tumores de mama aún no está bien establecida.
Existe una asociación entre la predisposición genética y los hábitos, como la mayor exposición a los estrógenos, la hormona que confiere las características femeninas. Las mujeres de hoy tienen hijos más tarde, en menor número que en el pasado, y no pocas veces entran en la menopausia después de los 50 años, permaneciendo más tiempo bajo esta acción hormonal.
Además, otros factores, como los antecedentes de tumores de mama u ovario, personales o en familiares de primer grado (madre y hermana), la presencia de marcadores genéticos (BRCA 1 y 2), el consumo habitual de alcohol, aunque sea en dosis moderadas, y el propio envejecimiento pueden contribuir a la aparición de la enfermedad.
Exámenes y diagnósticos del cáncer de mama
Los nódulos más grandes pueden identificarse mediante la exploración física en una consulta rutinaria, pero los más pequeños y las microcalcificaciones sólo aparecen en los exámenes de imagen, como la mamografía, que no es más que una radiografía de las mamas.
Las características de los hallazgos pueden sugerir la clasificación de la lesión (benigna o maligna), pero esta información debe ser confirmada, antes de la adopción de cualquier medida terapéutica, mediante la biopsia de mama, que consiste en la recogida de material de la zona sospechosa para su análisis. Actualmente, existen recursos diagnósticos mínimamente invasivos para esta investigación, como la punción por aspiración con aguja fina, la biopsia de fragmentos y la mamotomía.
En los tres métodos, se recogen células y/o fragmentos de la lesión bajo la guía de la mamografía o la ultrasonografía. Estos procedimientos se realizan de forma ambulatoria y con anestesia local.
Tratamiento y prevención del cáncer de mama
El tratamiento depende del estadio de la enfermedad, del tipo de tumor y del estado general de la mujer. La cirugía sigue siendo el método más utilizado pero, hoy en día, la extirpación total de las mamas ya no se adopta indistintamente. Para los nódulos más pequeños y sin comprometer la axila, la cirugía puede ser conservadora.
Los médicos suelen combinar el procedimiento con una o más terapias para detener de algún modo la diseminación de la enfermedad a otras regiones de la mama u otros órganos. Entre las más utilizadas están la quimioterapia, que consiste en la administración intravenosa de fármacos para destruir estas células; la radioterapia, que aplica radiaciones localmente con el mismo fin; y la terapia hormonal, que bloquea las hormonas femeninas, dificultando el crecimiento de las células tumorales.
Contra el cáncer de mama, hay poco que hacer en términos de prevención primaria, porque sus causas no se conocen bien. Aun así, la adopción de hábitos saludables siempre puede ayudar a reducir el riesgo, como la actividad física, no tomar bebidas alcohólicas con frecuencia y controlar el peso, ya que la grasa es un lugar de depósito de estrógenos. Junto con estas precauciones, es conveniente utilizar los anticonceptivos y la terapia hormonal sustitutiva con moderación.
Sin embargo, en la práctica, el diagnóstico precoz sigue siendo la mejor arma disponible para reducir la mortalidad de este cáncer. Al fin y al cabo, cuanto antes se detecte el tumor, mayores serán las posibilidades de tratarlo con éxito. Por este motivo, existe un consenso para que toda mujer, a partir de los 40 años, se someta anualmente a un examen clínico de las mamas (realizado durante una consulta con un ginecólogo o mastólogo) y se someta a una mamografía. También se recomienda la autoexploración periódica después de la menstruación, por ser la posibilidad de percibir alguna alteración mamaria, especialmente en las pacientes más jóvenes.