Muchas personas depositan toda su confianza en la dieta cuando desean perder peso, considerando que una «súper dieta» y la guía de un nutriólogo profesional, será suficiente para alcanzar sus objetivos. Sin embargo, en muchos casos, los resultados no son los esperados.
A lo largo de mi experiencia, he identificado varias razones por las cuales las dietas suelen fallar:
1. Creencias erróneas sobre la alimentación
Desde la infancia, desarrollamos ideas preconcebidas sobre la alimentación, influenciadas por la cultura familiar, las costumbres de nuestra región y hábitos que adoptamos sin cuestionar. Estas creencias pueden llevarnos a cometer errores al seguir una dieta sin siquiera ser conscientes de ello.
Para ayudar a los pacientes a identificar estos errores, se utiliza el diario de alimentación como una herramienta clave. Esta práctica permite reconocer hábitos poco saludables y corregirlos de manera efectiva. Siguiendo las indicaciones del nutriólogo, muchos pacientes se sorprenden al descubrir cómo ciertos patrones alimenticios afectan sus resultados.
2. La búsqueda de una solución rápida y milagrosa
Muchas personas desean bajar de peso sin esfuerzo, esperando resultados inmediatos sin comprometerse con el proceso. Sin embargo, los métodos mágicos no generan cambios sostenibles, y con el tiempo, perder peso se vuelve cada vez más difícil.
Para alcanzar un peso saludable, es fundamental estar motivado y comprender que el cambio requiere dedicación. La constancia y la disciplina son claves para lograr una transformación real y duradera. Como nutrióloga, me entristece ver a quienes buscan atajos y terminan frustrados al no conseguir mejoras en su salud.
3. Dietas mal diseñadas
Para que una dieta sea efectiva y saludable, debe cumplir con ciertos principios fundamentales: variedad, equilibrio, adecuación, inocuidad y suficiencia. Además, debe estar adaptada a las necesidades individuales, considerando factores como hábitos alimenticios, estilo de vida, intolerancias y preferencias personales.
El acompañamiento de un nutriólogo es esencial para realizar ajustes personalizados conforme se va perdiendo peso y adaptarse a cambios físicos y emocionales. Solo un profesional de la nutrición puede garantizar que la dieta sea la más adecuada para cada persona.
4. Metas poco realistas
Un error común es establecer objetivos imposibles de alcanzar, especialmente sin la orientación de un nutriólogo.
Por ejemplo, una persona que quiere perder 10 kilos en un mes probablemente logrará una reducción de peso de manera poco saludable y, en la mayoría de los casos, recuperará esos kilos rápidamente.
En la primera consulta con un nutriólogo, se define un peso meta realista considerando factores como la estatura, complexión, edad y el historial de peso del paciente. También se establece un tiempo adecuado para lograr la meta, lo que permite mantener expectativas claras y un enfoque saludable en el proceso.
5. Factores externos: familia, trabajo y salud
El entorno influye significativamente en el éxito de una dieta. Horarios laborales complicados, vivir solo, la falta de apoyo en casa para preparar alimentos y reuniones sociales constantes pueden dificultar el cumplimiento de un plan alimenticio adecuado.
Además, cuando alguien menciona que está a dieta, es común que familiares y amigos intenten sabotear el esfuerzo ofreciendo alimentos poco saludables con frases como «por un día no pasa nada».
Un nutriólogo capacitado tomará en cuenta estas circunstancias y brindará estrategias para manejar estos desafíos y mantener el compromiso con la dieta sin afectar la vida social o laboral del paciente.
6. Falta de compromiso personal
Bajar de peso requiere disciplina y constancia. Mantener el control durante los fines de semana o cuando se come fuera de casa puede ser un reto, pero es crucial para obtener resultados positivos.
Las consultas nutricionales juegan un papel fundamental en este aspecto. A través de la terapia nutricia, los pacientes adquieren herramientas para fortalecer su compromiso. En mi experiencia, aquellos que invierten en un plan de seguimiento estructurado, como un paquete de 10 sesiones, tienden a ser más constantes, ya que ven la consulta como una inversión en su bienestar y se esfuerzan más por cumplir con el proceso.