¿Qué es el vitíligo?
El vitíligo es una enfermedad no contagiosa en la que se produce una pérdida de la pigmentación natural de la piel, que puede ser localizada, afectando sólo a un segmento del cuerpo, generalizada, con varias zonas afectadas, o universal, cuando más del 50% de la superficie corporal sufre despigmentación.
Este proceso se presenta en forma de placas, más frecuentemente en regiones como las muñecas, el dorso de las manos, los dedos, las axilas, el cuello, los genitales, la cara (alrededor de la boca y los ojos), los codos, las rodillas, la ingle y los antebrazos.
El lugar de la manifestación adquiere un aspecto blanquecino que se vuelve muy sensible al sol, requiriendo una protección redoblada. Salvo este mayor riesgo de quemaduras, la decoloración no causa daños más graves para la salud. Sin embargo, es habitual que las alteraciones estéticas causadas por la enfermedad produzcan trastornos psicológicos, que se ven agravados por el peso que la sociedad contemporánea otorga a la apariencia personal.
Los estudios demuestran que al menos la mitad de los portadores de vitíligo sufren discriminación social. Este hallazgo hace del seguimiento psicológico un aliado del tratamiento, incluso porque la implicación emocional parece interferir en la evolución de las lesiones. De todos modos, no es una condición rara.
El vitíligo está presente en al menos el 1% de la población general, con predilección por la franja de edad entre los 10 y los 30 años.
Causas y síntomas del vitíligo
Al principio, las manchas aparecen ligeramente más claras que el tono natural de la piel del cuerpo. Con el paso del tiempo, evolucionan a manchas acrómicas, es decir, manchas incoloras, con bordes bien delimitados, a menudo con un fino contorno de piel más oscura alrededor. Las lesiones pueden permanecer estables durante años, volver a desarrollarse o incluso remitir espontáneamente. En general, las personas acuden al dermatólogo por molestias estéticas o porque han adquirido quemaduras graves en las zonas despigmentadas.
Todavía no se conocen bien las causas del vitíligo. Una de las teorías más aceptadas sugiere que la enfermedad está determinada por un proceso autoinmune, es decir, por un descontrol en el sistema inmunitario que lleva al organismo a producir anticuerpos contra los melanocitos, que son las células cutáneas que fabrican el pigmento (la melanina) que da color a la piel.
Esta cadena cobra aún más fuerza cuando se observa que muchas personas con vitíligo tienen, en su torrente sanguíneo, anticuerpos contra los melanocitos y que muchas de ellas padecen también otras enfermedades autoinmunes, como la diabetes y los trastornos tiroideos. Sin embargo, aún se desconoce el origen de los procesos autoinmunes. Algunas teorías defienden que la inactivación de estas células puede deberse a la acción de los residuos producidos durante la síntesis de melanina (los famosos radicales libres) y otras apoyan la posibilidad de que en el proceso intervengan neurotransmisores y defectos en el metabolismo de los melanocitos. Sin embargo, no hay duda de la participación del factor genético en el desarrollo de la enfermedad.
Alrededor del 20% de los individuos con pérdida de pigmentación tienen familiares de primer grado con las mismas manifestaciones. Además, existen otros factores asociados al vitíligo en personas genéticamente predispuestas, como el exceso de luz solar, el estrés y la exposición a algunas sustancias tóxicas, como la hidroquinona y los derivados del fenol, presentes en algunos procesos industriales.
Exámenes y diagnósticos del vitíligo
El diagnóstico suele ser clínico, sólo por el examen visual de las lesiones, y no impone dificultades. Sin embargo, cuando el individuo presenta una mancha localizada, pueden ser necesarias algunas pruebas de laboratorio para descartar la hipótesis de micosis u otras enfermedades dermatológicas que causen despigmentación. La evaluación de la piel con una lámpara especial (Luz de Wood) suele ser muy útil para detectar manchas iniciales o para seguir la evolución de la enfermedad.
Tratamientos y prevención del vitíligo
Hay varias técnicas para el tratamiento del vitíligo, pero todas ellas requieren paciencia, porque hay zonas que presentan mayor dificultad para recuperar la pigmentación. En el caso de las manchas localizadas e incluso generalizadas, de fácil acceso, el tratamiento suele consistir en la aplicación de pomadas y lociones a base de corticoides, para reducir la respuesta inadecuada del sistema inmunitario, y en la fototerapia, que consiste en el uso local de sustancias fotosensibilizantes y en la exposición a la radiación ultravioleta (la misma que el sol, cabe añadir).
Otra posibilidad para cubrir las zonas más resistentes es la micropigmentación con pigmento de hierro oxidado, una especie de tatuaje definitivo, realizado mediante varias técnicas. En caso de vitíligo universal, con más del 50% de la superficie corporal afectada, la opción de tratamiento puede ser la despigmentación total de la piel, para obtener un tono uniforme. En el caso de las personas que han tenido manchas estables durante mucho tiempo, es posible recurrir a la cirugía para injertar o trasplantar melanocitos en las zonas dañadas. Además de estas formas convencionales, hay muchas terapias alternativas que han ido ganando espacio en el tratamiento del vitíligo, con resultados satisfactorios. Pero una de las grandes promesas es el uso de inmunomoduladores de última generación, por vía oral, para inhibir el descontrol del sistema inmunitario que parece desencadenar el ataque a los melanocitos.
Los resultados de estos fármacos han resultado positivos también en otras enfermedades de la piel, aunque faltan estudios confirmatorios. Como las causas del vitíligo no están claras, no existen medidas de prevención eficaces que realmente reduzcan la posibilidad de desarrollar la enfermedad. En cualquier caso, siempre es conveniente no abusar del sol, evitando el periodo comprendido entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde y protegiéndose siempre con filtro solar con al menos FPS 15.
La manipulación laboral de productos químicos debe realizarse siempre con los equipos de protección individual adecuados, como guantes, gorros y mascarillas, entre otros. Por último, quienes tengan una mancha blanquecina sospechosa no deben esperar a ver si desaparece, sino acudir rápidamente a un dermatólogo para que aclare su origen, además de tener cuidado con el sol en la lesión, incluso en la exposición diaria casual, como en la calle o en la ventanilla del coche. Cuanto antes se inicie el tratamiento, menores serán los problemas estéticos derivados de la enfermedad.